CUENTO


LOCA ESPERA

Y así pasaron los días de aquel niño, esperando y esperando siempre en la misma hamaca donde pasó su infancia junto a ella, columpiándose sin ganas y sin fuerzas, extrañando cada juego y risa. Recordaba esos momentos en que jugaban a las escondidas, y ella siempre ganaba, -era muy buena-. Un día mientras jugaban a la mancha, ella tropezó y se lastimó la rodilla. En ese momento, él la abrazó y la consoló para que dejara de llorar. Recordó cada momento desde que ella se había ido. Y su vida fue así, pasaron los días, las semanas, los meses... Y ella nunca volvió.
Luego de diez largos y duros años en que él pasaba horas en la misma hamaca, ella volvió. Pero Matías, el mismo que la esperó tanto tiempo, se llevó una sorpresa que no le gustó para nada, y era que ella volvió para celebrar su boda. Sí, su boda.
Su mente andaba a mil por hora, él no quería que ella se casara, tenía que evitarlo. Pensó en todo tipo de planes para evitar ese casamiento, trataba de encontrar alguna idea.Pero ninguna parecía poder funcionar hasta que finalmente lo supo.
Un día antes de la boda, en la noche, él fue a visitarla. Se detuvo frente a la puerta, fue con seguridad y golpeó cuatro veces. Estaba seguro de querer hacer esto. Ella salió. Luego de diez años, la vio. Y como era de esperar, estaba hermosa, con sus mismos ojos y mismas facciones, ahí estaba ella.
- ¿Matías? -preguntó enarcando una de sus perfectas cejas.
- Emilia.
- ¿Cómo has estado? Han pasado ¿diez años?
- Sí, mucho tiempo.
Ella notó algo en él, algo distinto. No tenía la misma mirada que hace tiempo, sus ojos estaban abiertos, la miraba con ese algo que ella no podía describir.
- Emilia, ¿querés ir a dar una vuelta? Te extrañé.
Ella sintió algo, algo mezclado con miedo y alegría. También lo había extrañado, pero no parecía que fuera el mismo Matías que ella conocía. Sin embargo, aceptó la propuesta.
Salieron de la casa, caminaron y caminaron hablando de diversas cosas. Hasta que llegaron a la plaza, donde ella y él jugaban cuando eran niños.
- ¿Querés sentarte en la hamaca? Como los viejos tiempos.
- ¡Claro!

Ella corrió como una niña, no había perdido su chispa, corrió hacia la hamaca y se sentó. Luego, Matías empezó a empujarla despacito para que pueda columpiarse. El muchacho comenzó a hablarle sobre su prometido, diciéndole que no era bueno para ella y que él podría ser mejor esposo. Ella simplemente lo rechazó cada vez que él lo mencionaba, y eso lo ponía furioso. Emilia comenzó a sentirse incómoda y rara, se decía a sí misma que todo estaría bien, pero la noche oscura y fría junto el rechinado de la hamaca no ayudaban mucho. Y en ese momento, él le dijo que si no era suya, tampoco iba a serlo de su prometido, y ahí ella sintio como algo la atravesaba numerosas veces en su espalda, causándole dolor, sufrimiento. Hasta que en un momento no fue consciente de nada y simplemente su alma se desvaneció. Y él, complacido tras haberlo hecho agarró el hermoso cuerpo de Emilia y lo tumbó en el piso, se acostó a su lado agarrándole la mano y se apuñalo a sí mismo, feliz de poder irse con ella. 

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